jueves, 4 de octubre de 2012

Ver, oír y callar

Cuando en España ya creíamos que nos habían quitado tantas cosas que ya no nos podían quitar más vemos que sí. Es así: todo siempre puede ir a peor. Una ya hasta hace apuestas con los amigos sobre qué será lo próximo que nos prohíban, y lo peor es que ahora parece que tampoco podemos protestar.

La propuesta o sugerencia de la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, acerca de modificar la ley de manifestaciones, ha sido como tirar la piedra y esconder la mano. Tras soltar esta perla y ver las reacciones más bien  desfavorables hacia ella de algunos jueces y policías, entre otros, afirma ahora que solo pretendía abrir un debate y que tampoco sabría qué cambios deberían hacerse. Incluso el ministerio del Interior ha tenido que salir a decir que no tocarán esa ley. Otro de tantos ridículos totales de nuestros políticos.

Puntualiza el flamante presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, que no se trata de suprimir ese derecho sino de ordenar su ejercicio. Quizá quiere decir con eso que será él quien dicte las consignas que deberán corear los manifestantes y, ya de paso, que los policías volverán a vestir de gris. También dice que "no se puede colapsar una ciudad permanentemente, impidiendo al resto de ciudadanos circular libremente". ¿Entonces qué podemos hacer? ¿No nos permitirán ni abrir la boca mientras los de arriba pisotean nuestros derechos, nuestro futuro y el de nuestros hijos? Todo esto suena a una vuelta a los tiempos dictatoriales. Antes eran unos valientes los que se manifestaban. Ahora también lo son (siempre y cuando sean pacíficos, que hay de todo). Y eso que manifestarse es un derecho constitucional.

Para rematar la función la alcaldesa Botella dice que estas protestas solo hacen que se tenga que gastar más en limpieza y seguridad y que a la vez dan muy mala imagen de Madrid y de España de cara al exterior. A lo primero: vale, pero si hablamos de gastos que diga por qué su partido (a nivel nacional) votó en contra de limitar los sueldos de alcaldes y presidentes de Comunidades Autónomas, propuesta por UPyD y que fue rechazada por todos los partidos. Que diga también por qué sigue en pie el proyecto de los Juegos Olímpicos de 2020, cuando Madrid sigue endeudada hasta las cejas y precisamente eso sí traería ingentes gastos en seguridad y limpieza. 

Y a  lo segundo: ¿preocupada AHORA por la imagen exterior de Madrid y de España porque ha habido unas cuantas manifestaciones? La imagen de nuestro país lleva ya un buen tiempo herida de muerte tanto hacia el exterior como hacia el interior gracias a la sarta de ineptos que se han ido alternando en el poder en la última década, y en lo que estos no hagan de verdad por reflotar la economía, reducir notablemente el paro y no recortar en áreas tan vitales como la educación, la sanidad y la investigación científica España seguirá pareciendo lo que es: una monarquía bananera. 

Ahora que el tema de los independentismos vuelve a estar más de actualidad que nunca, ay si se permitiera a la gente proclamarse oficialmente apátrida: quedarían cuatro gatos como españoles, seguro...


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