jueves, 1 de noviembre de 2012

Los sueños sueños son

Los nacionalismos en España siempre han estado ahí, pero de vez en cuando, según esté la cosa, dan más la brasa o menos. Todo esto visto desde la perspectiva mediática: yo vivo en Madrid y no tengo forma de saber si en esas regiones están todo el día con el tema o no. Supongo que lo intentarán.

Ahora nos ha tocado una racha de nacionalismo catalán muy reivindicativo, más de lo que recuerdo en mi corta vida. Mi opinión y la de muchas de las personas de mi entorno es que todo esto es solo una cortina de humo para intentar desviar la atención sobre la pésima situación que vive Cataluña, con 840.000 de sus habitantes en paro, un 22,56% del total de su población activa (España acaba de superar la terrible cifra del 25%). Sin embargo, hoy mismo el expresidente de la Generalitat Montilla afirmaba que pedir la independencia de España no era una maniobra para conseguir más dinero u otras cosas, sino que de verdad se quiere.

(Senyera en Bruselas).

¿Quieren los catalanes la independencia? Hay escasas encuestas sobre el tema, y ninguna reveladora. Se preguntó a los pequeños y medianos comerciantes y solo contestaron el 16% de ellos, que dijeron que sí en un 66%. Es por eso que Artur Mas, el actual presidente de la región, está empeñado en hacer un referéndum para que la gente se manifieste. Una consulta que no tendría ninguna validez jurídica, y que de hecho sería ilegal realizar. Solo el tiempo (y los resultados de las próximas elecciones autonómicas catalanas)  dirá si el president se atreve a llevar a cabo su ansiada consulta.

Es de suponer que el actual presidente del Gobierno no permitirá que ese posible referéndum se lleve a cabo, o que, si por cualquier motivo este se produce, ignore su resultado en caso de ser que lo que quieren los catalanes es ser independientes. Por ello no creo que Cataluña se separe nunca de España. Por ello y porque las consecuencias de dicho acto serían nefastas para el nuevo estado. El problema es si tanto ciudadanos como empresarios saben lo que vendría después.

Y lo que vendría sería una ruina para Cataluña, a la vez que, posiblemente, un beneficio para el resto de España, en especial para Madrid. Para empezar, el nuevo estado tendría que salir del euro y de la Unión Europea, crearse un banco central propio y su propia moneda (suponemos que no volverían a la peseta por ser esta un símbolo español). Artur Mas ha afirmado que quieren seguir en la UE y por ello hará todo lo que haga falta para cumplir las condiciones que garanticen su entrada. Aunque no lo ha mencionado nunca seguramente ya se le habrá ocurrido que no solo necesita tener ciertos números, sino que hace falta la aprobación de todos los Estados miembros para incorporar a uno nuevo, y que España y seguramente muchos otros votarían en su contra. Aun así, Mas pretende seguir adelante. Una actitud no muy responsable hacia sus conciudadanos. Salir del euro y de la UE ahora mismo implicaría un retroceso bestial que nadie querría para sí ni para su gente. Es este otro motivo que hace pensar que lo de independizarse no va en serio.

En cuanto a las empresas, Cataluña alberga no pocas empresas internacionales, que imagino que optarían por salir de ese nuevo y pequeño país para apostar, como lo hacían, por España. Muchas vendrían a Madrid, donde estaríamos encantados de recibirles. Otras importantes empresas catalanas muy probablemente tomarían la misma decisión, dado que su mercado se reduciría drásticamente y para negociar con España se las verían con aranceles y demás trabas. Valga el ejemplo del Grupo Planeta, cuyo presidente ya dijo que se iría de Cataluña en caso de que la independencia se produjese.

Esto es lo fundamental. Por supuesto, también habría que ver cómo se las apañaban con su nueva hacienda, dado el agujero económico que tienen actualmente, debido al cual sus gobernantes han necesitado pedir un rescate al país del que se quieren separar.

Como digo, apuesto por que finalmente no pasará nada. Ahora hay que ver qué pasa con las elecciones catalanas. Por ahora se vive ese momento donde CiU, el partido gobernante, y todos los demás presentan sus programas electorales. En el caso de CiU este pasa por reducir el paro y el fracaso escolar, invertir más en I+D, aumentar el número de empresas que exportan, reducir el fraude fiscal y aumentar el consumo cultural (las dos últimas "promesas" me han tocado la fibra). Cada cuatro años en Cataluña y en el resto de autonomías uno se pregunta irremediablemente cómo tan maravillosas ideas surgen ahora y no antes, y por qué no se han llevado a la práctica antes de que todo se hundiera tanto.


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