jueves, 29 de noviembre de 2012

Sin audiencia, ni responsabilidad


En este país falta empatía y sobretodo, falta sentido de la responsabilidad. La RAE define responsabilidad como: "la obligación de responder ante ciertos actos o errores". Bonita definición para contextualizar la situación actual en la que se encuentra el ente público RTVE.
 
 
Esta misma semana se conocían los datos de la tercera oleada del EGM (Estudio General de Medios). Trabajadores y ciudadanos esperaban un batacazo histórico, y así ha sido. RNE pierde más de medio millón de oyentes y regresa al cuarto puesto de generalistas por detrás de la SER, Onda Cero y COPE. Pero lo peor no son los datos, lo peor es la sensación interna que se percibe dentro de la propia emisora. Ni la directiva ejerce responsabilidad, ni nadie espera que vaya a hacerlo.
 
 
Los cambios en la programación de RNE empezaron en septiembre de este mismo año. Ni Juan Ramón Lucas, ni Toni Garrido,ni Javier Gallego tendrían cabida dentro de la emisora pública. Cambios en los contenidos y en las voces, y avance hacia lo antiradiofónico. Y lo peor no es que la línea editorial cambiase, que también, en una emisora que debería ser apolítica. Lo peor es que RNE suena gris desde septiembre en cualquier franja horaria del día. Manolo HH en vez de despertar a nadie, logra volver a acostar a los españoles. Los informativos carecen de viveza en un medio donde el sonido lo es todo. Los ciudadanos han dejado de opinar pluralmente en el que debería ser el mejor vahículo público para hacerlo. Y la programación, se ha convertido en un cajón contenedor de tristeza.

 
 
 

 
No importan las historias y ahora, tampoco las audiencias. La información se hace a golpe de escaleta y la cercanía al público se ha convertido en algo accesorio. Ya no hay crítica, ni contextualización, ni algo tan importante como la reflexión. Y aún tenemos que dar gracias porque no se han cargado la cultura.
 
 
Lo cierto es que los que estamos dentro nos sentimos cuanto menos impotentes. Los trabajadores reconocen abiertamente que RNE está haciendo las cosas mal. Afirman que suena triste y que mientras no se produzcan cambios, el declive no parará. Pero también defienden que en radio los cambios son lentos y no pueden hacerse de forma radical. Bien, yo me pregunto... ¿acaso el de septiembre no fue un cambio radical?
 
 
Y en todo este caldo de cultivo de pérdida de oyentes, tenemos la guinda para el pastel: un posible ERE que dejaríaen la calle a 1800 trabajadores de RTVE. Pero además, existe una reglamentación desconocida que impide que hasta el 1 de enero de 2013 se contrate a ningún nuevo periodista en el ente público. ¡Hay oportunidad entonces para el año que viene!, pensarán muchos. Pues no, no la hay porque el Presidente de la coorporación, Leopoldo González Echenique, reconoce que con la deuda que arrastra RTVE desde que se quedó sin publicidad, no hay dinero para nuevas contrataciones. Lo que no cuenta Echenique es que varias empresas publicitarias han propuesto a TVE financiar su deuda si esta vuelve a programar publicidad en sus emisiones. ¿Y por qué no lo cuenta? Porque varias cadenas de televisión privadas están presieonando al gobierno de Rajoy para que RTVE no acepte ese cambio que claramente las perjudicaría.
 
 
 
 
 

 
Vamos, que aunque jóvenes periodistas como yo creamos en el servicio público y acudamos cada mañana con toda la lusión del mundo a RNE, pensando que podemos cambiarla, nos encontramos con que los intereses pesan más. Intereses económicos y políticos, sí. Y ahora también, intereses que no tienen en cuenta los índices de audiendias, ni el concepto de servicio público de calidad. Intereses faltos de responsabilidad y sobretodo, intereses compartidos exclusivamente por una dirección que ha dejado de representar a todos y cada unos de los periodistas que desean que RNE vuelva a ser lo que era: una emisora plural, cercana y divulgativa.

(Sígueme en Twitter).

E-M-P-A-T-Í-A

Retengan la definición de empatía, según el DRAE: "Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro".

Ya desde hace tiempo se dice que esta crisis no es solo económica, sino también de valores. No sé hasta qué punto será cierto, dado que aquí persiste desde hace siglos el espíritu de la picaresca y el vandalismo, de la envidia y de la mala hostia tan españolas, entre otras cosas (lo último llevo oyéndoselo decir a mi abuelo desde que tengo uso de memoria). Cualquiera de nosotros podría enumerar situaciones en las que han visto reflejadas estas cualidades. En una sola tarde de esta semana yo misma viví dos, de distinta magnitud pero con desesperantes rasgos comunes:


1) Concierto en el Palacio de los Deportes de Madrid, donde está prohibido fumar desde que entró en vigor la ley antitabaco o incluso antes. Pero como tantas otras veces me vi rodeada de gente fumando tabaco y porros a mansalva sin que nadie les dijera nada. Con "nadie" me refiero a algún trabajador del recinto: si me tengo que poner yo a discutir con cada uno de los fumadores apuesto a que no me harían ni caso e incluso alguno igual se pondría chulo (otra cosa muy típica de aquí: que te pillen haciendo algo malo y aun así envalentonarte). 

La impotencia era total, así que me tuve que pasar otro concierto más exasperada, tragándome el humo de esa gente a la que le importan tres huevos que a los de su alrededor pueda molestarles su fumeteo, al igual que no les importa el que estén en un espacio donde está prohibido fumar. Pero ya sabemos que aquí si uno no ve bien cerca el riesgo de una multa o sanción hace lo que le da la gana. Y esto va tanto por los que hacen algo malo como por los que lo permiten. Los que fuman en un sitio tan grande lo hacen porque ya han visto que nunca les pasa nada, y, por lo mismo, los gestores del recinto deben de estar muy seguros de que nunca recibirán una inspección mientras se celebra un concierto. Todo lo contrario se refleja en los bares, que son más pequeños: los clientes no fuman dentro porque el dueño les vería y les echaría a la calle, temeroso de que alguna autoridad descubriera que en el establecimiento no se cumple la ley antitabaco.





2) En el mismo día se estaba llevando a cabo un ERE (otro de tantos en los medios de comunicación) en Unidad Editorial. Una de las empresas afectadas era el diario deportivo MARCA. Mientras navegaba por Twitter esa tarde y noche, intentando averiguar qué se sabía de los despidos en el grupo, descubrí un buen puñado de tuits en los que sus autores se regodeaban de la situación de dicho periódico: todos afirmaban que lo tenían merecido por ir en contra del Real Madrid o de su entrenador.

Es cierto que también había usuarios que se solidarizaban con los empleados del periódico, y progresivamente los hubo que criticaron a los que se estaban mofando de los despidos. Ninguno entendíamos las motivaciones de los que se alegraban del ERE. ¿Solo porque no les guste MARCA se alegran de que unas 15 personas se vayan a la calle, y además en un país donde ya hay varios millones de parados? ¿Ninguno de ellos tiene familiares en paro para ver lo que se siente, o solo les importan los desempleados que tienen cerca? 

Alguno incluso razonaba que, como MARCA quería que echaran a Mourinho, él se alegraba de que echaran a gente de MARCA. Comparaba así a un grupo de periodistas 'curritos' (porque en este caso no se va a despedir a ningún directivo) con el entrenador mejor pagado del mundo, una persona que actualmente cobra 15 millones de euros anuales, al que no le va a faltar trabajo nunca (y siempre mejor remunerado que el anterior) y que, aunque se retirara hoy, su nivel de vida y el de toda su familia siempre se mantendrá muy alto. Una persona que en un solo mes cobra más que todos los despedidos en MARCA en un año.


Así, en unas pocas horas, pude ver esa explosión de falta de educación, de valores y de empatía en general. ¿Qué es lo que pasa aquí? ¿Por qué a algunos les importa tan poco que los demás lo pasen mal, e incluso se alegran por ello? ¿Se darán cuenta esos de su error cuando les pase algo a ellos u optarán por echar la culpa a otro?


(Sígueme en Twitter).

jueves, 8 de noviembre de 2012

In Obama we trust


Four more years. Barack Obama se ha ganado de nuevo la confianza de los ciudadanos estadounidenses para otro mandato, el último suyo. Se convierte así en el segundo presidente desde la Gran Depresión que renueva mandato con una tasa de paro mayor que en su primera legislatura. La cifra es del 7%, muy envidiable si la comparamos con la del 25% español.

Sin embargo, el actual presidente ha visto reducida su ventaja con respecto a las anteriores elecciones. Mitt Romney no era un candidato menor, y algunos expertos le valoraron mejor que a Obama en varios de los debates que mantuvieron durante las semanas previas a los comicios. 

Sin embargo ha habido (entre otros) varios factores clave que han influido en los votantes. Primero, Romney como el clásico republicano, llevaba como bandera el dinero. Él es empresario de familia adinerada (su padre incluso también compitió en política) y se veía que quería velar sobre todo por los intereses de las clases altas. A su vez criticó a un amplísimo sector de la población, acusándoles de vivir solo de ayudas estatales. En este tema y también en el del aborto, por nombrar solo dos, afirmó una cosa para desdecirse después. Resultado: a los demócratas no les gustaban sus primeras afirmaciones y a los republicanos no les gustaban las segundas.

Otro factor fue el oportuno huracán Sandy, que asoló buena parte de la costa este americana. Obama enseguida apareció para intentar calmar a la población y dirigir las operaciones de limpieza y reconstrucción. Romney no quiso ni mencionar lo del huracán para no parecer oportunista.

El presidente actual tiene además a varios colectivos a su favor: mujeres, afroamericanos y latinos. Sin embargo a estos últimos se les está agotando la paciencia, ya que la reforma migratoria que prometió Obama aún no se ha producido, y por tanto siguen sin solución los más de 11 millones de indocumentados que hay en el país. Pero entre los latinos, que constituyen el 10% del electorado, uno de cada siete ha votado a Obama. Por tanto, todavía confían en que cumpla su promesa. Es la sensación que queda de esto: la mayoría de los votantes piensan que Obama todavía puede hacer grandes cosas, como conseguir ese cambio que prometía en 2008. En cuatro años veremos si el tiempo les ha dado la razón.


(Sígueme en Twitter).

We can... Really?


Contra todo pronóstico, las encuestas fallaron. Ni hubo empate, ni el republicano Mitt Romney pudo hacerse con la victoria en Ohio. Barack Obama se alzó como el gran vencedor en las presidenciales norteamericanas. Lo hizo con un total de 303 votos electorales, casi cien más que el Partido Republicano. Una ampla mayoría que contrastaba con el empate que reflejaban a priori las encuestas. El voto latino y el giro final de los estados indecisos hacia el Partido Demócrata se convirtieron en las claves de la victoria de Obama.
 
Quien gana en Ohio, lo hace también en las elecciones presidenciales de EEUU desde 1964. Y en esta ocasión, la tendencia se repitió. Aunque el candidato republicano había centrado su campaña en ganar en este estado, finalmente no lo logró. Obama se impuso, al igual que en Florida. Incluso, en Virginia, un estado que cuenta con una amplia tradición republicana y que sólo había votado en 2004 a los demócratas, ha logrado ganar.
 
El 70% de hispanos y el 60% de jóvenes menores de 30 años han confiado en el ahora reelegido presidente. Un apoyo demócrata al que se le suma el voto femenino y el de las zonas urbanas. Unos datos que confirman que Obama ha logrado movilizar el voto de los sectores menos participativos. Un hecho que sin duda le ha ayudado a cosechar finalmente una amplia mayoría sobre Romney.
 



 
Barack Obama confirmó su triunfo electoral a la una de la mañana, hora local, en Chicago. Lo hizo rodeado por su esposa y sus hijas en ese contexto de familia modelo que siempre ha marcado a todo buen presidente estadounidense. El reelegido presidente agradeció el apoyo de sus compañeros de partido, de sus votantes e incluso de su adversario. Lo hizo recuperando el optimismo de aquel lejano discurso de su anterior campaña del 2008. Obama volvió a entregarse al "Yes, we can" y aseguró a los americanos que su triunfo servirá para salir adelante "juntos como nación". Algo que resultará sin duda difícil en un país dividido y con dos grandes frentes abiertos: la economía y la inmigración. El demócrata aseguraba en su discurso que "lo mejor está por llegar", pero para que eso llegue, primero tendrá que negociar con los republicanos ya que estos mantienen la mayoría en la Cámara de Representantes.


El triunfo de Obama sólo se puede entender desde dos perspectivas: se ha convertido en el primer presidente capaz de derrotar a Osama Bin Laden y se ha logrado beneficiar de las tesis radicales que perjudicaban a los republicanos en temas como el aborto o la inmigración. Pero ahora toca hablar de futuro y este se plantea difícil en un país donde la subida de impuestos se hace prácticamente obligatoria para 2013 y donde en los últimos cuatro años se han perdido unos cuatro millones de puestos de trabajo.



 
 
El líder demócrata tendrá que enfrentarse a un panorama conflictivo dentro y fuera de EEUU. En el plano nacional, Obama deberá negociar con el Partido Republicano para poner en marcha antes de enero de 2013 la Ley de Control Presupuestario que permitiría reducir el gasto público y el déficit hasta un 5%. También se ha comprometido a poner en marcha unos 120.000 puestos de trabajo y una reforma sanitaria con mayor peso del servicio público que será pionera en América. En el plano internacional, Obama cuenta con demasiados frentes abiertos. Deberá lidiar con China, posicionarse en el conflicto de Libia y decidir s finalmente retira las tropas de Afganistán antes del final de 2014. Además, necesita seguir controlando la acción terrorista de Al Qaeda y tendrá que tomar una decisión sobre la actuación de EEUU en Irán. Teherán ya ha iniciado su programa nuclear y Obama no ha querido pronunciarse sobre este tema en su campaña electoral.
 
 Obama ha ganado, sí. Pero el futuro que le espera por delante ahora no es el mismo que en 2008. Sus votantes no arrastran la misma emoción y sus medidas se espera que sean mucho más conservadoras. Las negociaciones en la Cámara de Representantes continuarán siendo difíciles. En el Senado, la mayoría demócrata no permite poner en marcha grandes proyectos innovadores. Y los conflictos en cuanto a inmigración y déficit fiscal, hacen que el Obama del cambio se convierta ahora en el Obama del conservadurismo. No tendremos un segundo mandato cargado de sueños, pero sí mantendremos el apoyo americano a Europa. Y si ese apoyo basa sus argumentos en la defensa de unos derechos públicos que aquí se han empezado a olvidar, mejor que mejor.
 
(Sígueme en Twitter).
 

jueves, 1 de noviembre de 2012

A río revuelto...ganancia de CIU

Faltan tres semanas para que se produzcan las elecciones catalanas y si algo está claro, es que CIU tiene todas las papeletas para ganar con una amplia mayoría. Mientras los conflictos dialécticos entre el PSC y el PSOE no dejan de hacerse más evidentes, el inoportunismo de Alicia Sánchez Camacho no deja de sorprender. Y todo esto con el referéndum y la independencia como base. Porque si algo se juega en estas elecciones, no es un simple gobierno, sino un modelo político-estatal. 


El candidato del Partido Socialista Catalán, Pere Navarro, no lleva ni dos meses como cabeza de lista para las autonómicas y ya la ha liado. Navarro se mostraba a principios de semana favorable al"derecho a decidir" de los catalanes. Afirmaba que todo el PSC compartía esta defensa y creaba más de un dolor de cabeza al ya de por sí atormentado Rubalcaba. En menos de 24 horas, el líder nacional de los socialistas se apresuraba a relajar el ambiente. El secretario general del PSOE aclaraba que el PSC y el Partido Socialista Obrero Español no son lo mismo y por ello pueden tener criterios distintos. Una excusa demasiado pobre para impedir fracturas mayores en un partido resquebrajado por todos lados. Y añadía que el PSOE no es partidario de ese "derecho a decidir"exclusivo de los catalanes. 




Bien, quizás para entender el enfrentamiento interno de los socialistas, primero habría que explicar qué es ese idílico concepto del "derecho a decidir". El derecho a decidir se traduce en realidad en la puesta en marcha de un referéndum en el que solo los catalanes puedan decidir si quieren o no ser independientes. Podemos adornar el término con todos los eufemismos que queramos, pero no engañemos. Porque en realidad lo que se debate entre el PSC y el PSOE es algo tan simple como decidir si sólo votan los catalanes o si votan todos los españoles para llegar a una posible independencia. Y es precisamente en este jardín de dimes y diretes en el que Carme Chacón ha decidido volver a la política por la puerta grande del oportunismo.


La socialista no abría la boca desde que perdió ante Rubalcaba la Secretaría General hace ocho meses. Y justo ahora, en plena crisis de liderazgo socialista, renace de sus cenizas y vuelve al mundo de los vivos coincidiendo con Halloween. Dice Chacón que ella es rotunda y nunca defenderá un referéndum sin que antes se lleve a cabo una reforma de la Constitución Española. La socialista catalana ha sido la primera que se ha atrevido a poner sobre la mesa el modelo federal como solución. Un atrevimiento que tiene más pinta de momento ególatra que de decisión consensuada de su partido. Y más cuando aprovechaba esa declaración para adelantar que el PSOE tendrá que celebrar primarias antes de las generales y que no descarta presentarse como alternativa a Rubalcaba para disputarle el gobierno nacional a Rajoy. Algunas no escarmientan. Aunque esta vez, los líos de su propio partido le benefician.


Y por el otro lado, la candidata popular. Alicia Sánchez Camacho cuenta con el apoyo de su partido para concurrir a las autonómicas. Pero esta semana soltaba esta frase peliaguda: "No defiendo la independencia pero sí un nuevo modelo de financiación autonómica." El gobierno de Mariano Rajoy y muchos de sus ministros veían en esta frase un libertinaje excesivo de la popular. Si bien el PP se espera unos resultados pobres en Cataluña, su único triunfo en campaña podría pasar por difundir un discurso unitario a nivel nacional. Como ya vimos, ni en Galicia, ni en el País Vasco lo consiguió. Y visto lo visto, parece que en Cataluña se avecinan complicaciones.




Y mientras la unidad beneficia a CIU. Un partido fuerte y organizado que tiene un único objetivo: obtener una amplia mayoría, absoluta sería perfecta, para poder poner en marcha el referéndum catalán. Sin negociaciones, sin consultas centrales y sobretodo sin disputas. Puede que la UE le ponga las cosas difíciles a CIU si los catalanes le dan el sí a la independencia. Pero por ahora, nadie más les pone la pierna encima. Porque a veces lo más fácil es permanecer en un segundo plano mientras otros se autodestruyen solos.


(Sígueme en Twitter).

Los sueños sueños son

Los nacionalismos en España siempre han estado ahí, pero de vez en cuando, según esté la cosa, dan más la brasa o menos. Todo esto visto desde la perspectiva mediática: yo vivo en Madrid y no tengo forma de saber si en esas regiones están todo el día con el tema o no. Supongo que lo intentarán.

Ahora nos ha tocado una racha de nacionalismo catalán muy reivindicativo, más de lo que recuerdo en mi corta vida. Mi opinión y la de muchas de las personas de mi entorno es que todo esto es solo una cortina de humo para intentar desviar la atención sobre la pésima situación que vive Cataluña, con 840.000 de sus habitantes en paro, un 22,56% del total de su población activa (España acaba de superar la terrible cifra del 25%). Sin embargo, hoy mismo el expresidente de la Generalitat Montilla afirmaba que pedir la independencia de España no era una maniobra para conseguir más dinero u otras cosas, sino que de verdad se quiere.

(Senyera en Bruselas).

¿Quieren los catalanes la independencia? Hay escasas encuestas sobre el tema, y ninguna reveladora. Se preguntó a los pequeños y medianos comerciantes y solo contestaron el 16% de ellos, que dijeron que sí en un 66%. Es por eso que Artur Mas, el actual presidente de la región, está empeñado en hacer un referéndum para que la gente se manifieste. Una consulta que no tendría ninguna validez jurídica, y que de hecho sería ilegal realizar. Solo el tiempo (y los resultados de las próximas elecciones autonómicas catalanas)  dirá si el president se atreve a llevar a cabo su ansiada consulta.

Es de suponer que el actual presidente del Gobierno no permitirá que ese posible referéndum se lleve a cabo, o que, si por cualquier motivo este se produce, ignore su resultado en caso de ser que lo que quieren los catalanes es ser independientes. Por ello no creo que Cataluña se separe nunca de España. Por ello y porque las consecuencias de dicho acto serían nefastas para el nuevo estado. El problema es si tanto ciudadanos como empresarios saben lo que vendría después.

Y lo que vendría sería una ruina para Cataluña, a la vez que, posiblemente, un beneficio para el resto de España, en especial para Madrid. Para empezar, el nuevo estado tendría que salir del euro y de la Unión Europea, crearse un banco central propio y su propia moneda (suponemos que no volverían a la peseta por ser esta un símbolo español). Artur Mas ha afirmado que quieren seguir en la UE y por ello hará todo lo que haga falta para cumplir las condiciones que garanticen su entrada. Aunque no lo ha mencionado nunca seguramente ya se le habrá ocurrido que no solo necesita tener ciertos números, sino que hace falta la aprobación de todos los Estados miembros para incorporar a uno nuevo, y que España y seguramente muchos otros votarían en su contra. Aun así, Mas pretende seguir adelante. Una actitud no muy responsable hacia sus conciudadanos. Salir del euro y de la UE ahora mismo implicaría un retroceso bestial que nadie querría para sí ni para su gente. Es este otro motivo que hace pensar que lo de independizarse no va en serio.

En cuanto a las empresas, Cataluña alberga no pocas empresas internacionales, que imagino que optarían por salir de ese nuevo y pequeño país para apostar, como lo hacían, por España. Muchas vendrían a Madrid, donde estaríamos encantados de recibirles. Otras importantes empresas catalanas muy probablemente tomarían la misma decisión, dado que su mercado se reduciría drásticamente y para negociar con España se las verían con aranceles y demás trabas. Valga el ejemplo del Grupo Planeta, cuyo presidente ya dijo que se iría de Cataluña en caso de que la independencia se produjese.

Esto es lo fundamental. Por supuesto, también habría que ver cómo se las apañaban con su nueva hacienda, dado el agujero económico que tienen actualmente, debido al cual sus gobernantes han necesitado pedir un rescate al país del que se quieren separar.

Como digo, apuesto por que finalmente no pasará nada. Ahora hay que ver qué pasa con las elecciones catalanas. Por ahora se vive ese momento donde CiU, el partido gobernante, y todos los demás presentan sus programas electorales. En el caso de CiU este pasa por reducir el paro y el fracaso escolar, invertir más en I+D, aumentar el número de empresas que exportan, reducir el fraude fiscal y aumentar el consumo cultural (las dos últimas "promesas" me han tocado la fibra). Cada cuatro años en Cataluña y en el resto de autonomías uno se pregunta irremediablemente cómo tan maravillosas ideas surgen ahora y no antes, y por qué no se han llevado a la práctica antes de que todo se hundiera tanto.


(Sígueme en Twitter).

jueves, 18 de octubre de 2012

Nacionalistas y abertzales muy cerca del triunfo en Euskadi

Como cada cuatro años uno de los protagonistas de las elecciones vascas será el fantasma de la independencia de manos del PNV y también de Bildu, que en el caso del PSE se convierte en la petición de un Estado federal. Pero en esta ocasión se ha sumado un tema más: la crisis económica que también está afectando al País Vasco.


- PSE: Patxi López: el actual lehendakari obtuvo en las elecciones de 2009 varios escaños menos que el PNV, la fuerza más votada, pero se hizo con el puesto gracias al histórico pacto con el PP de Antonio Basagoiti. López propone perseguir el fraude y realizar una reforma fiscal en profundidad y acusa al PNV de querer hacer todo lo contrario para mantener los privilegios de ciertos colectivos. Ha negado rotundamente un posible pacto con Bildu, partido desde donde a su vez se afirma que ya ha llegado en secreto a un acuerdo con el PNV, que va en cabeza al menos en la encuesta de intención de voto realizada por el Gobierno vasco, seguido precisamente por EH Bildu. Así, el voto para el PSE depende, en buena medida, de los indecisos. Sobre este posible entendimiento con el PNV el actual lehendakari afirma que eso es algo que "está fuera de la realidad", ya que los nacionalistas buscan fracturar la sociedad vasca. López también ha admitido que Euskadi se halla endeudado para poder "sostener los servicios públicos" de la región, pero que esta continúa siendo solvente. No apoya la hipotética independencia de la Comunidad que gobierna porque sería algo devastador para las empresas vascas, en su mayoría exportadoras, sumado al desastre que supondría la salida de Europa y por tanto del euro.


- PP: Antonio Basagoiti: el popular tampoco se plantea un pacto con el PNV, ya que defiende la Constitución, es decir, la unidad de España. Coincide con sus actuales socios en Ajuria Enea en que la independencia llevaría a Euskadi a la ruina y en que Urkullu ni siquiera la ha pedido expresamente, aunque se note que es lo que quiere. Basagoiti sigue reafirmándose en que ETA aún no ha muerto y en que hay que seguir luchando contra la organización terrorista, y lo hace con más fuerza aún para contrarrestar el efecto negativo que ha tenido la excarcelación del etarra Bolinaga, aprobada por su partido en Madrid, y evitar perder votos hacia UPyD, partido contrario a cualquier concesión a los terroristas. Tras esto el PP vasco ha intentado acercarse más a las víctimas de ETA y ha conseguido incluir en la lista de Guipúzcoa a la simbólica Pilar Elías. Aun estando en contra de los soberanistas su enemigo principal es Bildu y evita coincidir en cualquier acto con los dirigentes de este partido, salvo en el debate televisado. Precisamente en este evento Basagoiti aprovechó para recordar a la audiencia que Laura Mintegi, la candidata de EH Bildu, se presentó a unas elecciones europeas por HB cuando ETA cometió la matanza de Hipercor en Barcelona, en junio de 1987.


- EH Bildu: Laura Mintegi: según las últimas encuestas la coalición abertzale, formada por EA, Aralar y Alternatiba, será la primera o la segunda fuerza más votada, algo sorprendente si se tiene en cuenta que serán sus primeras elecciones autonómicas tras ser legalizada en mayo de 2011, lo justo para presentarse a las elecciones municipales, en las que arrasaron en Guipúzcoa. Tanto Mintegi como los representantes de las otras dos provincias vascas han sido elegidos en buena parte por no tener un pasado político con el que se les pudiera relacionar. Es solo un lavado de imagen, ya que las ideas son las mismas: pretenden la independencia de Euskadi y su integración en Europa. Entre sus propuestas están el colocar a Julen Arzuaga, abogado de presos de ETA, al frente de la nueva Consejería de Libertades Ciudadanas, resultante de la fusión de Interior y Justicia. Respecto a la banda terrorista, en el debate televisivo Mintegi no quiso condenar las muertes causadas por la violencia etarra con la justificación: “Si condeno a ETA, usted me pedirá que condene las guerras carlistas y así sucesivamente”.


- PNV: Íñigo Urkullu: el líder peneuvista ha tenido que llenar el vacío que dejó Ibarretxe tras su salida en 2009, que cerraba tres décadas de gobierno nacionalista en el País Vasco. El mazazo fue duro en ese momento, pero el PNV ha sabido renovarse y levantarse y casi da por hecho que ganarán estas elecciones. Moderado su soberanismo, proponen "un nuevo marco político", sin matizar más, entre Euskadi y España, para el que habría que cerrar muchos acuerdos. Tanto PP como PSE han intentado que explicara algo más sobre este marco, pero no lo consiguieron hasta esta semana, cuando Urkullu afirmó que el PNV estaba "a favor de la independencia del siglo XXI". Urkullu, acusado por Patxi López de tener un plan oculto con recortes sociales, fue elegido por mayoría absoluta presidente de su partido el pasado enero, pero abandonará dicha presidencia si es proclamado lehendakari.


- UPyD: Gorka Maneiro: como su presidenta, Rosa Díez, Maneiro militó anteriormente en el PSE. Siguiendo el ejemplo de su partido en todos los lugares donde tiene representación ha propuesto múltiples iniciativas (más de 500 en esta legislatura, si bien con poco éxito) desde el Grupo Mixto, ya que su formación solo consiguió un diputado en las últimas elecciones. Combativo y firme, Maneiro no ha cedido un ápice a la hora de defender la Constitución y de no ceder ante nacionalistas, abertzales o terroristas. Esto ha hecho que el resto de partidos hagan lo posible por aislar a UPyD, que sin embargo va cosechando votantes desencantados de otras formaciones. Maneiro está de acuerdo con el PSE en temas como la reforma fiscal, pero promueve además otras, como reducir el número de instituciones y altos cargos. Defensor de la Constitución y sus símbolos, entre ellos la bandera y la lengua, también defiende la memoria de las víctimas de ETA y apoya la lucha contra los terroristas renegando de cualquier tipo de negociación con los mismos.


(Sígueme en Twitter).

"Malo será"


Hablar de Galicia es hablar de prejuicios. Mientras media España sigue defendiendo ese viejo discurso de "los gallegos son todos unos peperos", la otra media se atreve a defender que la muerte de Fraga ha supuesto un antes y un después en nuestra política autonómica. Lo cierto es que los gallegos ni son tan tontos, ni tan calvos. 2012 ha supuesto un cambio significativo en la tendencia al voto electoral. Lejos quedan aquellas campañas electorales de partidos unitarios dispuestos a ganar mayorías absolutas con el único argumento de la tradición. Hoy hace falta más, mucho más. Y es que esta comunidad de más de dos millones y medio de ciudadanos, ha aprendido a mirar fuera de sus fronteras para aprender a valorar lo que tiene dentro. Y eso no lo provocan ni unos partidos, ni unas elecciones. Eso sólo lo activa una población con mayor capacidad crítica que se ha visto obligada a emigrar para sobrevivir.

Durante los últimos sesenta años la historia de Galicia se escribe con dos palabras: campo y éxodo. Los pocos que lograban quedarse en su tierra lo hacían preocupándose más por cuidar su economía de subsistencia, que por votar en unas elecciones llenas de "pucherazos". La falta de información y posiblemente la falta de una educación crítica vaciaban de todo valor ético cualquier elección electoral. El señor Fraga Iribarne sabía bien de estas características y las aprovechaba a su antojo. Comilonas preelectorales para la tercera edad, un lenguaje cercano y una imagen carismática (para bien, o para mal). Con eso bastaba.

En la última década esta población "adormecida" de la que hablaba el poeta Castelao ha despertado. Y el cambio no viene dado exclusivamente por la muerte de Fraga. El cambio ha sido posible gracias a la apertura de miras de esta comunidad al exterior. La gente, y sobretodo los jóvenes, seguimos marchándonos. Pero cuando volvemos, lo hacemos con la seguridad de que estamos a tiempo de cambiar las cosas. Nuestros padres han aprendido a valorar y reconocer la mentira. Y en muchos casos, nuestros abuelos han entendido que subsistir no es sinónimo de vivir. Anhelamos más y es ese anhelo el que nos permite ir a votar con conciencia. Una conciencia que lamentablemente sigue sosteniéndose más en las ideologías que en lo hechos.

Y en este caldo de cultivo sociológico, cada partido ha sabido encontrar su propio refrán gallego. El PP se ha estancado en ese cómodo "malo será...". El PSdG no puede dejar de repetirse "Agora xa foi Marica non chores" (algo que podría traducirse al castellano como "A lo hecho, pecho"). Y el resto... el resto se engloba en un complicado "a río revolto, ganancia de pescadores".

Los del "malo será..." saben que cuentan con varios puntos a su favor. Tienen un candidato que transmite una imagen urbanita capaz de atrapar votos jóvenes. Siguen contando con la mayoría del voto envejecido y los datos de falsificaciones en las cuentas públicas recientemente publicados no les afectan. Así es fácil pensar en una nueva mayoría absoluta. Sin embargo, si cualquiera se acerca a un mitin del PP gallego descubrirá que la imagen de Fraga sigue muy presente. Reminiscencias a su política, el mismo tipo de dialéctica y una utilización arcaica del miedo a los nacionalismos para asustar a unos simpatizantes conformistas.

Los de la lástima tardía... digamos que siguen encontrando su candidato. Piensan más en el futuro que en el presente. Cuatro años han tenido para elegir a un candidato que transmitiese imagen de marca y viendo el resultado, mucho no han conseguido. "Pachi" Vázquez, el representante del PSdG debe estar agradecido a Feijóo. Si este último no hubiese convocado elecciones anticipadas, seguramente él no hubiera sido el candidato electo. Un hombre sin carisma, desconocido en las zonas rurales ( y eso en Galicia es más de la mitad de territorio) y que ha articulado toda su campaña en base a libros de texto y hospitales. Sería perfecto si en esas demandas de servicios sociales apareciesen referencias al resto de políticas públicas (ley de dependencia, sin ir más lejos y de la que apenas se ha hablado), pero no. Es más fácil reflejar la preocupación por las políticas públicas y sus recortes en grandes eslóganes publicitarios y luego no desgranar los planteamientos de fondo. Si a esto le añadimos que a Vázquez le falta apoyo de su propio partido a nivel nacional, se entiende que la pérdida de votos de los socialistas en Galicia será cuanto menos histórica. Ya es tarde para plantearse soluciones, ahora vendrán los llantos. Esperemos que en los próximos cuatro años de previsible gobierno popular sepan actuar con valentía.

Y los del caótico océano pluripolítico. Aquí si que encontramos la novedad de estas elecciones. Y ojalá algún gallego tuviese claro quién es cada quién. Por un lado el hegemónico BNG con Jorquera a la cabeza. Un hombre inteligente y preparado, pero desprovisto del "aquí estoy yo" que arrastraba Beiras. Por el otro, ANOVA, la formación de izquierda que aglutina el nuevo partido nacional-comunista de Beiras, a Esquerda Unida y a EQUO. Y por el otro, la tercera escisión del BNG denominada Compromiso por Galicia que tiene una línea más socialdemócrata. Y para rematar el jaleo, los "paracaidistas de la política" en palabras de Feijóo: UpyD y el partido de Mario Conde. Conclusión: un amplio abanico político que provocaría más de una pelea en el parlamento gallego si tuviesen que pactar. Previsiblemente, Beiras logrará su objetivo y obtendrá un resultado envidiable con ANOVA, quitándole así votos a su antiguo partido (BNG). Y eso que el personaje sigue soltando las mismas joyas que cuando estaba en su otro partido. La última proclamando esta misma semana en su twitter que "Feijóo lleva matadas en Galicia a más personas que ETA en España".

Por todo ello, el domingo será un día de análisis complejo. Y no solo político, porque si las cosas no cambian, el PP obtendrá su segunda mayoría absoluta consecutiva desde el fiasco del bipartito. El análisis será también sociológico. ¿Habrán aprendido los gallegos a mirar con perspectiva fuera de las fronteras lucenses y ourensanas? Si es así, muchos votarán con la conciencia de que en estas elecciones no sólo se juega una comunidad, se juega la continuidad de las medidas de Madrid. Y si es así, muchos de sus ciudadanos que han aprendido lo que es estar lejos, sabrán valorar que lo importante no es quien gobierne, sino cómo lo haga. De nada sirve haber madurado si en nuestras cabezas siguen los estereotipos. De nada sirven las mentiras si sólo miramos con ideologías a los partidos. Y de nada sirve avanzar, si nuestro pasado pesa más que nuestro futuro. Somos la comunidad de la "morriña" y del "saír adiante". Quizás ha llegado el momento de merecernos más.



(Sígueme en Twitter).

jueves, 4 de octubre de 2012

La manifestación de la inteligencia

Se acerca el otoño. Los intereses políticos empiezan a pesar más que los propios programas electorales. El miedo al cambio asusta. Y en medio de este terreno árido lleno de hojas caducas, la inteligencia se convierte en el único camino hacia la salvación. Cristina Cifuentes lo sabe y por ello esta semana ha demostrado que no le importa tanto generar disputas en torno a su persona, como provocar un debate inteligente que salve al PP de las iras callejeras invernales. Una política que antepone el partido, a su cargo. Aunque ello no excluya asegurarse un puesto en la política nacional a largo plazo.

Y es que la delegada del gobierno en Madrid afirmó el pasado martes en una entrevista concedida a RNE que se mostraba partidaria de modelar la Ley Orgánica de 1983 que establece los condicionantes para regular el derecho de manifestación en espacios públicos. Cifuentes hablaba de reformar dicha ley como único medio para evitar los cortes de tráfico constantes en las mismas zonas urbanas. Añadía además que la reforma produciría efectos positivos en todos los comerciantes afectados durante años por las manifestaciones. Pero incluso ella reconocía que modificar esa Ley Orgánica, podría acabar provocando la reforma del artículo 21 de la Constitución Española. En ese artículo el derecho a la manifestación se entiende como un derecho fundamental al servicio de la libertad de expresión y por tanto como garantía constitucional de la democracia. Su modificación obligaría a un apoyo mayoritario parlamentario y por el momento ni el Ministro de Justicia Alberto Ruíz Gallardón, ni el Fiscal General Torres-Dulce están por la labor.


Pero la estrategia de Cifuentes si algo tiene de positivo es que obliga a reflexionar. En una ciudad como Madrid donde se llevan produciendo en lo que va de año más de 2.200 manifestaciones, ¿sigue vigente el sentido histórico del derecho a manifestarse?. La manifestación siempre ha sido utilizada como el mecanismo para dar visibilidad a un problema. Pero si detrás de ese mecanismo no existen unos pilares capaces de sustentar demandas y obligaciones, de poco sirve la visibilidad. Las manifestaciones del 25-S precisamente fueron un ejemplo. "Ocupa el Congreso" (un lema del que se ha hablado mucho en los medios sin mencionar en ninguno que el conflicto era más lingüístico que otra cosa al tratarse de una traducción fiel al eslogan americano "Occupy  Wall Street") tenía visibilidad en Atocha o Sol, pero más allá de la calle se desvanecía al no contar con manifestantes que trabajasen por la causa. Las manifestaciones se han convertido en la forma, pero falta la argumentación.

Intentar garantizar la buena circulación en grandes ciudades con manifestaciones diarias puede sonar a medida casi angelical. Si a ello le unimos que Cifuentes vela por la supervivencia de unos pobres comerciantes resignados a aguantar, la reforma roza la perfección. Pero la realidad es otra. Se nos vende aire y mientras la cortina de humo impide que nadie vea la intención real de la delegada. Un cambio en el derecho a manifestarse en los núcleos urbanos permitiría que todas las manifestaciones que se esperan desde el gobierno como reacción a las nuevas medidas aprobadas por Rajoy a partir de noviembre, pasasen a celebrarse a la afueras. Y en esas zonas la repercusión mediática sería considerablemente menor. Se suprimiría visibilidad. Y como el derecho a manifestarse hoy por hoy en España supone en muchos casos simplemente esa visibilidad, no existiría rechazo alguno más que el silencio.

El derecho a manifestarse podría llegar a modificarse, pero de nada serviría dicha modificación si existiese un trabajo constante dentro y fuera de la calle. El derecho a la libre expresión es vital, pero también el derecho a luchar por algo que inicialmente puede considerarse un simple ideal. Si la protesta entraña unión, trabajo y bases, el derecho a comunicarla aparece casi de forma natural. Otra cosa es que hoy en día prefiramos culpar al mandatario, antes de mirarnos a nosotros mismos. Quizás con un poco más de autocrítica, el derecho a la manifestación pasaría a ser más fuerte y por supuesto, menos moldeable.

El otoño ha llegado y sin embargo, los intereses políticos siguen pesando más que los intereses ciudadanos. ¿Acaso eso es también sólo culpa de los políticos?

(Sígueme en Twitter).

Ver, oír y callar

Cuando en España ya creíamos que nos habían quitado tantas cosas que ya no nos podían quitar más vemos que sí. Es así: todo siempre puede ir a peor. Una ya hasta hace apuestas con los amigos sobre qué será lo próximo que nos prohíban, y lo peor es que ahora parece que tampoco podemos protestar.

La propuesta o sugerencia de la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, acerca de modificar la ley de manifestaciones, ha sido como tirar la piedra y esconder la mano. Tras soltar esta perla y ver las reacciones más bien  desfavorables hacia ella de algunos jueces y policías, entre otros, afirma ahora que solo pretendía abrir un debate y que tampoco sabría qué cambios deberían hacerse. Incluso el ministerio del Interior ha tenido que salir a decir que no tocarán esa ley. Otro de tantos ridículos totales de nuestros políticos.

Puntualiza el flamante presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, que no se trata de suprimir ese derecho sino de ordenar su ejercicio. Quizá quiere decir con eso que será él quien dicte las consignas que deberán corear los manifestantes y, ya de paso, que los policías volverán a vestir de gris. También dice que "no se puede colapsar una ciudad permanentemente, impidiendo al resto de ciudadanos circular libremente". ¿Entonces qué podemos hacer? ¿No nos permitirán ni abrir la boca mientras los de arriba pisotean nuestros derechos, nuestro futuro y el de nuestros hijos? Todo esto suena a una vuelta a los tiempos dictatoriales. Antes eran unos valientes los que se manifestaban. Ahora también lo son (siempre y cuando sean pacíficos, que hay de todo). Y eso que manifestarse es un derecho constitucional.

Para rematar la función la alcaldesa Botella dice que estas protestas solo hacen que se tenga que gastar más en limpieza y seguridad y que a la vez dan muy mala imagen de Madrid y de España de cara al exterior. A lo primero: vale, pero si hablamos de gastos que diga por qué su partido (a nivel nacional) votó en contra de limitar los sueldos de alcaldes y presidentes de Comunidades Autónomas, propuesta por UPyD y que fue rechazada por todos los partidos. Que diga también por qué sigue en pie el proyecto de los Juegos Olímpicos de 2020, cuando Madrid sigue endeudada hasta las cejas y precisamente eso sí traería ingentes gastos en seguridad y limpieza. 

Y a  lo segundo: ¿preocupada AHORA por la imagen exterior de Madrid y de España porque ha habido unas cuantas manifestaciones? La imagen de nuestro país lleva ya un buen tiempo herida de muerte tanto hacia el exterior como hacia el interior gracias a la sarta de ineptos que se han ido alternando en el poder en la última década, y en lo que estos no hagan de verdad por reflotar la economía, reducir notablemente el paro y no recortar en áreas tan vitales como la educación, la sanidad y la investigación científica España seguirá pareciendo lo que es: una monarquía bananera. 

Ahora que el tema de los independentismos vuelve a estar más de actualidad que nunca, ay si se permitiera a la gente proclamarse oficialmente apátrida: quedarían cuatro gatos como españoles, seguro...


(Sígueme en Twitter).

jueves, 21 de junio de 2012

La mal llamada justicia

Que en este país cada persona y cada institución va por su lado ya lo sabíamos. La legalización de Sortu por el Tribunal Constitucional ha sido tan solo otra muestra: mientras el Supremo impidió que la formación se inscribiera como partido legal por considerarla amenazadora para la democracia, ahora el Constitucional opina lo contrario.

Era de esperar: los que permitieron a Bildu presentarse a las elecciones generales y vascas son los que ahora han hecho lo mismo con Sortu. No iban a contradecirse, que aquí rectificar no es de sabios, sino que está mal visto. Y es más: la ponente que firma la sentencia es Elisa Pérez Vera, casualmente la misma que elaboró la del Estatut de Cataluña. Una experta en sentencias sobre temas peliagudos, al parecer. Viendo todo esto y lo anterior, el resultado estaba cantado.

Se sabe de sobra que tanto Sortu como Bildu están compuestos por gente relacionada en mayor o menor medida con ETA y su entorno batasuno. La banda terrorista, si bien vive tiempos bajos, sigue existiendo y no parece que vayan a anunciar pronto su desarme y disolución. Pero la justicia se ha confiado y ha dejado entrar en las instituciones y recibir dinero público a estos partidos. ¿Qué tiene que pasar para que se les ilegalice? ¿Que ETA vuelva a atentar?

No se trata de suprimir el Constitucional, como pidió Esperanza Aguirre, porque no nos haya gustado esta sentencia: es la (mal llamada) justicia y hay que acatarla, mal que nos pese. Pero desde luego sí que habría que renovar el Tribunal (como luego afirmó también Aguirre), porque estas decisiones (Bildu, Sortu y hasta el Estatut) no las entiende nadie con un mínimo de sentido común. Algo falla en la justicia cuando se permite que los amigos de los asesinos entren a formar parte de las instituciones.

Para rematar la faena, con los tiempos que vivimos en España a muchos esta noticia les habrá pasado inadvertida. Si hasta hace unos años la mayor preocupación de los españoles era el terrorismo, ahora lo son la economía y el paro. Es totalmente comprensible, pero no olviden que las víctimas de ETA siguen ahí y que su daño es irreparable (pónganse en su lugar), y, preocupados como estamos por la economía y los políticos, tampoco olviden que desde ahora los miembros de Bildu y Sortu chuparán del bote que todos pagamos.


(Sígueme en Twitter).

¿Legalización o instrumentalización?

Dejemos las víctimas de lado y hablemos estrictamente de política vasca. Sólo así podremos separar los sentimientos de la fría razón . Porque si algo viene a demostrar la legalización de Sortu el pasado miércoles 20 de junio a manos del Tribunal Constitucional, es que en España teoría y práctica van por caminos distintos.

El camino teórico de esta legalización política del partido vasco formado por abertzales empezó hace casi año y medio cuando dicha formación decidió presentarse a las elecciones. Aunque ellos defendían que en sus estatutos rechazaban la violencia de ETA, el Tribunal Supremo no tardó en pararles los pies. Lo hizo prohibiendo su inscripción como partido político, acusándoles de estar gestionados, tutelados y alentados por la propia organización terrorista. Ahora, tan sólo un año después y con la variabilidad típica de nuestro modelo judicial, el Tribunal Constitucional acaba de decidir revocar la sentencia del Supremo y dar la razón a Sortu. Lo ha hecho por seis votos a favor frente a cinco en contra y argumentando que no existe ningún tipo de “instrumentalización” de la formación por ETA.

Una vez más vemos como en nuestro país, al igual que en nuestra política, las decisiones a largo plazo importan poco. La improvisación manda y la justicia de estado pierde importancia. ¿Cómo podemos mantener un sistema judicial capaz de variar la importancia de los derechos en apenas un año? Porque precisamente lo que la decisión del Constitucional pone en peligro es la “rigidez” de nuestros derechos fundamentales. El artículo 22 de la Constitución Española define el delito de vulneración del derecho de asociación y creación de partidos políticos. Se encuadra dentro del Título I, Capítulo II, Sección I de la Carta Magna junto al resto de derechos fundamentales. Unos derechos que deben estar protegidos por algo más que una simple rabieta de uno u otro tribunal.



Hasta cinco veces se han enfrentado por conflictos similares de legalización de la izquierda vasca el Supremo y el Constitucional. El primero se posiciona al lado de los derechos más individuales referidos a la seguridad ciudadana. El segundo lo hace al lado de la libertad de expresión. Y en medio, una realidad. A día de hoy Sortu sigue defendiendo que condena la violencia de ETA y no comparte sus planteamientos, pero no ha firmado ningún comunicado en el cual solicite el fin armado de la organización y la entrega de su arsenal unida a una solicitud de perdón. Y todo esto en un escenario donde ETA en 2011 dejaba claro que condicionaba su final a la legalización de Sortu.

Porque al final, lo que supone la sentencia del Constitucional se resume en una frase: instrumentalización de ETA a través de la política. Habremos logrado desorganizar a la asociación terrorista, pero no habremos conseguido impedir que esta acceda a la política. Y en un país donde política y víctimas se confunden intencionadamente tan a menudo, eso sólo puede suponer rencores. Los rencores de quienes ven como sus muertos han perdido la batalla de la libertad y pasan a estar representados ahora en los parlamentos por sus asesinos. Los rencores de unas víctimas que se sienten engañadas y utilizadas. Y sobre todo, los rencores de un Tribunal Supremo cansado de perder. Un Supremo que deja de colaborar con el Constitucional y permite la instrumentalización judicial y política.

Decía el escritor gallego Celso Emilio Ferreiro, que “el hombre sólo será libre cuando tenga la palabra”. Ahora Sortu tiene la palabra y el voto. Sólo esperemos que ese doble instrumento no sirva para hacer más daño a un país alimentado a base de rencores, dentro y fuera del Parlamento.


(Sígueme en Twitter).

jueves, 14 de junio de 2012

Todo por la patria


Si por algo nos caracterizamos los españoles es por ese espíritu patriótico forjado a base de historia y rencores. Un patriotismo que sacamos dentro y fuera del campo de fútbol y que en estos últimos días ha sabido reflotar nuestro Presidente. Mientras el barco se hundía más rápido que el propio “Titanic”, Rajoy intentaba mantener el tipo disfrazándonos de esa gran nación que ha sabido encontrar la ayuda necesaria en la Unión Europea. Y claro, si algo tiene el patriotismo es que suele crear enemigos.

Porque no. No hemos sido ni somos los capitanes en este naufragio. España no ha sido la encargada de pedir nada. Más bien, ha tenido que conformarse con callar y acatar. Nuestra situación causada por una “década de irresponsablidad”, como lo ha definido la auténtica capitana Angela Merkel, nos obliga a dejar que nos rescaten. Podríamos haber sido agradecidos logrando favorecer la confianza en nuestra deuda. Pero nuestro patriotismo, o al menos el de nuestro patrón, ha servido para evitar hacerlo. Y es que el líder de la tripulación española salió a reconocer la evidencia cuando el barco ya tenía más que la popa y el estribor hundido. Lo hizo tarde y vendiendo el rescate (llámenle “línea de crédito” sí así lo prefieren) como una victoria nacional. Y lo hizo además proclamando que este no influiría de ningún modo en el déficit presupuestario español porque no entrañaba condiciones específicas desde Bruselas. Sólo le quedó decir a nuestro Presidente que los reyes se habían anticipado este año.

Y todo esto después de que el resto del gobierno se encargase 24 horas antes de culpar a la agencia de comunicación “Reuters” de mentirosa y conspiratoria. La propia Soraya Saénz afirmaba que la información que la agencia había dado, adelantando que el rescate llegaría al día siguiente, era totalmente falsa. Y para desviar la atención, Grecia como conejllo de indias. Porque siempre es más fácil ver la paja en el ojo ajeno y Grecia con sus elecciones podría parecer mucho más vulnerable que España de cara a la opinión pública. La estrategia casi les sale bien. Pero no, el sábado por la tarde se confirmaba la noticia: España estaba rescatada. Bueno, o no. Porque como nuestro patriotismo nos impedía reconocer tal desastre, siempre era mucho mejor dejar que el Ministro De Guindos nos enseñase su amplio repertorio lingüístico basado en los sinónimos absurdos.



Todo sucedía mientras la ciudadanía española seguía una vez más sin entender nada. Algo que sería un problema si al día siguiente no hubiera habido partido de la Eurocopa. Ya saben que con el fútbol todo se olvida. Hasta Rajoy lo olvidó yéndose a Polonia. Un gran sacrificio que nuestros socios europeos entendieron como un simple desprecio más y que los mercados tradujeron en un aumento de desconfianza en España. El lunes, con el partido ya jugado, nuestra prima seguía subiendo y los analistas hablaban de la necesidad de que la Comisión Europea desvelase cuales serían las condiciones para España. Unas condiciones que siguen sin conocerse, pero entre las que se empieza a hablar de un tipo de interés en el bono español que podría llegar al 7% durante los próximos diez años. Un regalo acompañado de unas condiciones fiscales que podrían hacer tocar de nuevo el IVA.






Porque hablar de un rescate no es sólo hablar en positivo. Permitir el rescate supone hipotecar nuestra deuda pública y obligar a la ciudadanía a un esfuerzo extra, privándola de más servicios sociales. Tal y como hadesmentido la agencia de estadística “Eurostat”, hablar de rescate sí supone tocar el déficit presupuestario que Rajoy promete salvaguardar. Y lo más importante: ¿servirá para algo hacerlo? Si con el rescate se pretende refinanciar a las entidades bancarias hundidas, ¿qué seguridad existe de cara a conseguirlo? El vicepresidente de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, explicaba esta misma semana que igual la solución pasa por el cierre de las entidades fracasadas y no por su rescate.

Pero dejar caer a entidades como Bankia, rechazando el rescate financiero y conociendo la imposibilidad de que nuestro país pueda hacerse cargo él en soledad, supondría crear una acción en cadena. Primero el resto de cajas en la misma situación cerrarían. Al mismo tiempo los clientes que han depositado sus ahorros (no los especuladores malvados) en ellas, intentarían sacarlos de repente. Finalmente se produciría una especie de “corralito” y legalmente este tipo de prácticas no están permitidas en la U.E porque limitan la libre circulación de capitales, con lo que desde Bruselas se podría imposibilitar la situación. Por todo ello, parece que el rescate es la única medida que ofrece seguridad a los usuarios y al resto de ciudadanos.

Y mientras las condiciones siguen siendo un secreto, el barco español naufraga más profundo que nunca. La prima de riesgo en casi 550 puntos así lo indica. Pero pueden estar tranquilos, siempre nos quedará el patriotismo de la Eurocopa. Eso, al menos, parece por ahora lo más importante.


(Sígueme en Twitter).

Somos como niños



La viñeta de Forges resume a la perfección el panorama actual. Aquí nos han intentado vender el rescate a la banca como un súper préstamo, lo cual ha llevado a la situación que llevamos viviendo años: dentro vemos cómo nos cuentan milongas ("no hay crisis", "no habrá rescate", "no somos Grecia"...), mientras fuera se sorprenden porque saben que la cosa va mal y creen que no lo hemos entendido. Europa entera debió de alucinar viendo las explicaciones del ministro de Economía tras concederse el rescate a España.

Un rescate por el que, al parecer, tuvo que suplicar nuestro presidente. Rajoy está tranquilo porque sabe que no se va a dejar caer a España, que aun estando mal sigue teniendo mucho peso en la Unión Europea. Pero el factor importante es que son Francia y Alemania las que tienen comprada nuestra deuda. Si nuestro país cae, ellos irán detrás. Por eso también se ha dicho que Hollande intercedió para que el rescate nos fuera concedido.

Habrá que ver si la "inyección económica" sirve realmente para algo. De momento no ha transmitido mucha confianza a los mercados, ya que la prima de riesgo sigue siendo elevada. Algo estamos (están) haciendo mal. Comienza a hablarse de que el problema es de la Unión Europea, de no haber una verdadera unión. Aquí, como en Bankia, el error fue de raíz: no se puede imponer una moneda común en varias decenas de Estados, no investigar lo suficiente la situación financiera de cada territorio para asegurarse de su solvencia y permitir que cada uno de ellos siga con sus propias políticas fiscales, porque no todos los países funcionan igual, y si uno colapsa el resto lo sufre también.

En lo que la UE no nos obligue, aquí seguirá todo igual de mal. Con los gobernantes que padecemos y hemos padecido no saldremos nunca adelante, salvo que cambien de estrategia. Somos como los niños que necesitan a sus padres y profesores para que les digan constantemente cómo comportarse, pero que sabemos que, hagamos lo que hagamos, siempre estarán ahí para sacarnos del apuro.


(Sígueme en Twitter).

jueves, 31 de mayo de 2012

El hedor de Bankia

Hasta hace no mucho Caja Madrid parecía una entidad sólida, y su nuevo presidente, Rodrigo Rato, tenía cierto prestigio en el campo económico. Pero de pronto, en septiembre de 2010, a alguien se le ocurre fusionar seis cajas de ahorros con la madrileña para crear, según afirmó Rato, "un campeón nacional" de la banca. Para reestructurarse, la nueva entidad despidió o prejubiló a más del 10% de sus empleados y solicitó además casi 4.500 millones de euros al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Mal empezábamos. Las fusiones siempre dan miedo.

"Éste no será un banco más, que sólo busque el beneficio de unos accionistas, ya que en este caso, sus accionistas somos las cajas y creemos en la importancia de los intereses colectivos para inspirar la actividad financiera", expresó Rato en ese momento. 

Menuda profecía. Menos de dos años después Rato dimite porque Bankia se encuentra al borde de la quiebra, al haber tenido el grupo unas pérdidas de más de 3.300 millones en 2011. Es decir: la fusión había sido un error total (lo ha reconocido ahora el ministro de Economía), y encima la entidad había salido a Bolsa, con lo que ello conlleva. Una auditoría externa revela que el grupo está muy sobrevalorado para lo que en realidad es, y entonces todo vuelve a oler mal: se dice que Bankia necesitaría una inyección de 10.000 millones, justo cuando se anuncia que habría recortes y ajustes en Sanidad y Educación por esa misma cantidad. 





Pero la tostada empezó a oler cada vez peor cuando se anunció que finalmente la cantidad necesaria alcanzaría los 19.000 millones (así el Estado se convierte en accionista mayoritario del grupo), cuando se descubre que uno de los directivos de Bancaja tiene derecho a una pensión de casi 14 millones de euros (aunque ahora él mismo ha aceptado revisar ese acuerdo) y cuando se ve que todo este desastre no parece que vaya a ser investigado por el Parlamento. Las razones las expone muy bien el periodista Carlos Segovia en un artículo en su blog. Se resume más o menos en lo de siempre: nadie quiere investigarlo a fondo porque todos tienen trapos muy sucios que ocultar.

La mujer del César no solo tenía que ser honrada, sino además parecerlo. En España se está tratando de tapar al resto del mundo los escándalos y/o errores como el de Bankia para evitarnos perjuicios, como el rescate económico del que tanto se habla últimamente. Pero, a estas alturas, de puertas para dentro todos vemos de sobra lo que hay: que aquí ni son honrados ni lo parecen.


(Sígueme en Twitter).

Bankia y la cultura de la irresponsabilidad

Hablar de Bankia es hablar de cultura de la irresponsabilidad. Permitir un rescate bancario de tal magnitud en un país cercano a la quiebra, y hacerlo sin depurar responsabilidad alguna, es algo que sólo pasa en España. Porque España es ese extraño lugar en el que banca y política han llegado a confundirse de tal manera que una dimisión forzada por la puerta de atrás es suficiente para tener a los ciudadanos contentos. Nadie explica nada, la ley del silencio se convierte en la política de gobierno única. Se convocan ruedas de prensa en las que no se dice nada nuevo y los únicos que plantan cara a los responsables, proceden de un sindicato vertical y minoritario llamado “Manos limpias”. Por ello, y para evitar el silencio ciudadano, se hace necesario explicar qué es Bankia y cómo hemos llegado hasta aquí en menos de un mes.

El 7 de mayo el gobierno español anunció que llevaría a cabo una inyección de capital de hasta 10.000 millones de euros a devolver con un interés anual del 8% en la entidad Bankia. Lo haría en forma de ayuda del Fondo deReestructuración Ordenada Bancaria creado en 2008 para apoyar a las entidades financieras afectadas por la crisis. La decisión provocaba en apenas unas horas la dimisión de Rodrigo Rato como director de la entidad y su sustitución por un valiente José Ignacio Goirigolzarri. Tan solo dos días después, Rajoy anunciaba la nacionalización por parte del Estado del banco de ahorros. Una nacionalización que supondría al Estado un coste de 19.000 millones de euros. En medio de la confusión, Bankia anunciaba que no tendría que devolver ese dinero.

A partir de entonces y hasta el 28 de mayo, el gobierno permaneció sin hacer ningún tipo de declaración formal sobre el tema. El lunes de esta misma semana, después de la jornada de suspensión temporal de la cotización en Bolsa de Bankia el viernes 25, el presidente decidió dar la cara. Mientras Bankia caía en el IBEX más de 13 puntos y la prima de riesgo española alcanzaba los 511 puntos, Rajoy sorprendía a los periodistas anunciando una rueda de prensa con apenas dos horas de antelación. La rueda de prensa se celebraba en la sede del PP sin lógica alguna y de ella se esperaba una declaración clarividente sobre la nacionalización de Bankia. En vez de eso, el presidente evitaba pronunciarse sobre Bankia argumentando que aún no conocían el estado real de sus cuentas y defendía que se trataba de un proceso de saneamiento para la futura venta de la entidad. Una venta que en palabras de Rajoy, supondría beneficios en un futuro a medio plazo. El gallego afirmaba además que la subida de la prima de riesgo era totalmente independiente de la caída en bolsa de Bankia. La incertidumbre no podía ser mayor.




El miércoles 30 la prima de riesgo española alcanzaba su máximo histórico, los 540 puntos. Según los expertos económicos el fin absoluto aparece con los 600 puntos. Lejos de haber logrado crear confianza, Rajoy había conseguido que las acciones de Bankia pasasen a valer un 60% menos que cuando salieron a bolsa en verano de 2010. Un dato que añadido a la cifra de 3.318 millones de pérdidas de la entidad que se daba a conocer ese mismo día, poco ayudaba a confiar.

A partir de este momento la intriga pasaba a ser absoluta. Europa tachaba la decisión del gobierno español como “la peor que podría haber tomado” y el BCE frustraba las esperanzas españolas negando que se fuesen a realizar inyecciones directas de capital en los bancos estatales. Rajoy culpaba a Grecia y sus elecciones del batacazo. El Ministro de Exteriores J. M. Margallo hacía lo propio con los que pitaron al himno. Bankia llegaba a caer un 15% en bolsa. Y el PSOE pedía una comisión de investigación a Bankia en el Congreso.

Y mientras, los ciudadanos españoles seguían preguntándose dos cosas: ¿dónde estaba Rato? y ¿de dónde iban a salir los miles de millones de euros necesarios? Muchos respondían con caceroladas minoritarias. Unos pocos con una demanda admitida a trámite contra Rato. Y la mayoría, con la sensación de no entender nada salvo ese miedo al recorte que les viene persiguiendo en los últimos meses. Porque en el fondo, ese es el conflicto de la nacionalización de Bankia. Puede que existan motivos para ella, pero mientras no se expliquen y se depuren responsabilidades, todos seguiremos sin entender nada. Y un país donde los propios ciudadanos han dejado de entender la economía que les da de comer cada día es mucho más preocupante que el miedo a una quiebra. De la quiebra se sale con ideas, del vacío y del silencio no.

Si queremos evitar un rescate financiero lo primero pasa por crear responsabilidad de Estado. Luego ya habrá tiempo para generar confianza. Y no hay más ejemplo de responsabilidad que el de un presidente que se sienta ante sus ciudadanos y les explica el cómo y el por qué. Suárez lo hizo en su momento y quizás por ello es recordado por sus seguidores y sus detractores. Una ciudadanía informada es una ciudadanía consciente. Y la consciencia es la única capaz de sacar al país del caos. Un caos que algunos siguen sembrando inteligentemente. Porque sí, lectores. Algún día la crisis pasará y el viejo modelo volverá a asentarse. Eso al menos, es lo que quieren nuestros gobernantes.


 (Sígueme en Twitter).

jueves, 24 de mayo de 2012

Entre goles y demagogias


El fútbol siempre ha sido el ring perfecto para la politización. Con él se logra crear odio y unión a partes iguales. A través de él se olvidan las penas y el futuro. Y quizás por ello, es el único deporte comparable a la política actual. Porque al igual que si de un campo de fútbol se tratara, los partidos políticos han logrado esta semana rebajar el deporte hasta el calificativo de vergüenza. Una vergüenza que muchos han escenificado en la respuesta de Esperanza Aguirre a la Plataforma pro selecciones.

La Plataforma pedía a los asistentes al partido de la Copa del Rey entre el Barça y el Athletic que escenificasen su rechazo a dicha competición a través de pitidos y gritos contra el himno, el Príncipe y el Estado centralista español. Aguirre por su parte solicitaba en respuesta a esa iniciativa, que si finalmente salía adelante, el partido se celebrase a puerta cerrada. Resulta curioso que el rechazo ciudadano haya sido mucho mayor contra esta última acusándola de hacer política con el deporte. La pregunta es: ¿acaso la iniciativa de la Plataforma apoyada por diputados de CIU, Amaiur, ERC, BNG y ICV no estaba politizada? ¿Acaso esa misma Plataforma representa a los equipos que jugarán el partido? Y lo más importante, si es así y los equipos afectados se sienten representados por dicha plataforma y por sus tesis, ¿por qué no se oponen a jugar la Copa del Rey?

La metedura de pata de Aguirre lo es por su oportunismo político y por servir de cortina de humo para esconder sus conflictos presupuestarios. Pero la intencionalidad de la Plataforma es mucho más demagógica. No sólo les viene bien que los equipos jueguen. Así consiguen protagonismo. Además, les sirve para una vez más sacar a la luz sus ansias oportunistas. Porque detrás de la Plataforma vasco-gallega-catalana no hay espíritu deportivo, hay lucha política. Algo que sería muy respetable si de una vez por todas se atrevieran a reconocerlo. Fomentar el deporte es saber aceptar la pérdida frente al adversario y las selecciones nunca han sabido aceptar perder su tren frente al de los equipos que compiten en la liga española.

Una selección compite contra otras selecciones y no contra equipos. Los equipos forman las selecciones y por encima de todo ello están los planteamientos personales de cada jugador que decide representar o no a su selección, ya sea nacional o autonómica. Una selección no impulsa campeonatos como el que abanderó la catalana en el año 2000 para crear un “Campeonato europeo para naciones sin Estado”. Si eres una selección con carácter independentista te consideras Estado. Y si eres selección deportiva sin carácter político, te dedicas a realizar campeonatos anuales como cualquier equipo de segunda. No te hacen falta 1,2 millones de euros anuales donados por tu gobierno autonómico.

Porque en el fondo, lo que hay detrás de la Plataforma pro selecciones no es más que el intento de reflotar el viejo ideal de aquel fracasado Galeusca que nadie recuerda a pesar de su importante pasado histórico en España. No se trata de deporte, se trata de política. La diferencia es clara. En el deporte gana la superación. En la política el egoísmo. Si el camino que ha elegido la Plataforma es el segundo, al menos que sea honesta. Aguirre lo ha sido. Puede que muchos no compartamos su opinión al creer que pone en jaque la libertad de expresión, sí. Pero quizás deberíamos primero plantearnos si una Plataforma que dice a los demás lo que tienen que hacer, no es también un acosador contra esa libertad de las personas. En España no contamos con “Amaneceres dorados” como los griegos en la política. Al menos, no en el Congreso. Pero cosas de este tipo me hacen plantearme cada vez más si llegaremos a ello. Por el momento, sólo nos queda decir aquello de... “que gane el mejor”.


 (Sígueme en Twitter).