jueves, 10 de mayo de 2012

Gris invierno para el 15-M




Es hablar del 15-M y venírseme a la cabeza “Noviembre”, la película de Achero Mañas en la que un grupo de jóvenes concienciados pretenden cambiar el mundo. Lo hacen desde la rebeldía y la improvisación. Son idealistas y críticos, pero les falta lo más importante: encontrarse a sí mismos para poder encontrar el camino que salve a la desorientada sociedad. Buscan, al fin y al cabo, lo mismo que aquellos miles de jóvenes que decidieron reunirse en Sol hace ahora un año para mostrar su descontento. Pero en la vida real no sirve sólo interpretar un papel, y ese ha sido el fallo del movimiento español.

El primer día que la plaza de Sol de Madrid se llenó el 20 de mayo de 2011, lo hizo con tres tipos de personas. Las que simplemente se acercaban a curiosear y carecían de compromiso. Las que veían en la protesta una buena forma de hacer teatro político. Y las que realmente creían en el poder de una protesta global que habría que convertir en movimiento para que arraigase. Los segundos pecaron de incautos. Los terceros de idealistas. En la esquina de los actores estaban los que se sentían orgullosos de salir a la calle con una bandera republicana o un cartel con garabatos anticapitalistas. En la de los románticos, gente preparada y con buenas intenciones, pero sin ningún tipo de organización necesaria.

Y así, entre rebeldías y falsedades Sol pasó a convertirse en el centro de la protesta mundial en apenas 10 días. Una protesta formalizada a través de una acampada que algunos se atrevían ingenuamente a denominar como el nuevo Mayo del 68. Un error que luego pagaría el movimiento en sus propias carnes. Porque sí, el movimiento triunfó en sus primeros días, pero la historia se escribe a base de tiempo y tiempo es lo que le faltó al 15-M. Sol quedó deshabitado y las asambleas empezaron a simbolizar el esperpento más perfecto que Valle-Inclán jamás habría imaginado.

Unas asambleas en las que se discutían los problemas de los barrios y no del país. Unas comisiones en las que no había líderes, ni tampoco orden. Un movimiento que lejos de mantener el objetivo inicial, acabó por convertirse en circo. Y aún así, muchas de las propuestas salieron adelante. La esperanza nacía cada vez que se frenaba un desahucio o se lograba apoyo parlamentario para reformar la ley electoral. Pero, el fallo seguía vigente. No se podía cambiar un sistema político, económico y judicial desde fuera del propio sistema. La calle no bastaba para llegar a traspasar la puerta del cambio.


Ahora, un año después, el 15-M decide volver a salir a la calle y esta vez con un gobierno previsiblemente más rígido en lo que a orden público se refiere. No puedo evitar preguntarme dos cosas. Uno: ¿esta vez van a volver a Sol los románticos comprometidos o sólo los partidistas disfrazados? Dos: ¿realmente se merecen que la gente les apoye después de haber dejado caer el movimiento por falta de responsabilidad y sobretodo de toma de conciencia? Lamentablemente la vida es más que una película y la primavera todavía no ha llegado al 15-M 2012. Si el movimiento quiere cambiar el mundo, primero debería empezar por demostrarlo. Sólo así podrá salir de ese gris invierno en el que se encuentra sumergido.


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3 comentarios:

  1. No puedo estar más de acuerdo con lo que escribís. Yo soy de los románticos con cartel moñas. Este año acudiremos a las plazas, pero con cautela y cierta desconfianza... al fin y al cabo, después de todo el movimiento el "molt honorable" Camps volvió a conseguir la más esperpéntica victoria de un político en la comunidad donde resido. Y eso desmoraliza mucho. Muchísimo.

    Pero no nos derrotarán. (¿ Veis como soy un romántico?)

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  2. Gracias. Yo también soy de las románticas, pero cada vez creo más en las actitudes realistas que en el idealismo perfecto de nuestras cabezas. Sin ideales no se dan pasos, pero esos ideales deben convertirse en realidad. Y para ello hace falta definirlos, organizarlos y elaborar estrategias a largo plazo. Confío en que el 15-M aprenda a lograrlo. Gracias por seguirnos y sobretodo, por opinar desde el respeto.

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  3. Yo soy de las pesimistas (ambos me conocéis) y creo que, como todo en este país, el 15-M no va a lograr nada, salvo que cambie su dinámica. ¿Han conseguido cambiar algo en un año de asambleas, acampadas y manifestaciones? Absolutamente nada.

    Si piensan que haciendo todo el rato lo mismo van a obtener diferentes resultados es que tienen la cabeza hueca. El cambio que piden deberían empezarlo ellos, y la única manera es hacerlo desde dentro.

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