jueves, 31 de mayo de 2012

El hedor de Bankia

Hasta hace no mucho Caja Madrid parecía una entidad sólida, y su nuevo presidente, Rodrigo Rato, tenía cierto prestigio en el campo económico. Pero de pronto, en septiembre de 2010, a alguien se le ocurre fusionar seis cajas de ahorros con la madrileña para crear, según afirmó Rato, "un campeón nacional" de la banca. Para reestructurarse, la nueva entidad despidió o prejubiló a más del 10% de sus empleados y solicitó además casi 4.500 millones de euros al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Mal empezábamos. Las fusiones siempre dan miedo.

"Éste no será un banco más, que sólo busque el beneficio de unos accionistas, ya que en este caso, sus accionistas somos las cajas y creemos en la importancia de los intereses colectivos para inspirar la actividad financiera", expresó Rato en ese momento. 

Menuda profecía. Menos de dos años después Rato dimite porque Bankia se encuentra al borde de la quiebra, al haber tenido el grupo unas pérdidas de más de 3.300 millones en 2011. Es decir: la fusión había sido un error total (lo ha reconocido ahora el ministro de Economía), y encima la entidad había salido a Bolsa, con lo que ello conlleva. Una auditoría externa revela que el grupo está muy sobrevalorado para lo que en realidad es, y entonces todo vuelve a oler mal: se dice que Bankia necesitaría una inyección de 10.000 millones, justo cuando se anuncia que habría recortes y ajustes en Sanidad y Educación por esa misma cantidad. 





Pero la tostada empezó a oler cada vez peor cuando se anunció que finalmente la cantidad necesaria alcanzaría los 19.000 millones (así el Estado se convierte en accionista mayoritario del grupo), cuando se descubre que uno de los directivos de Bancaja tiene derecho a una pensión de casi 14 millones de euros (aunque ahora él mismo ha aceptado revisar ese acuerdo) y cuando se ve que todo este desastre no parece que vaya a ser investigado por el Parlamento. Las razones las expone muy bien el periodista Carlos Segovia en un artículo en su blog. Se resume más o menos en lo de siempre: nadie quiere investigarlo a fondo porque todos tienen trapos muy sucios que ocultar.

La mujer del César no solo tenía que ser honrada, sino además parecerlo. En España se está tratando de tapar al resto del mundo los escándalos y/o errores como el de Bankia para evitarnos perjuicios, como el rescate económico del que tanto se habla últimamente. Pero, a estas alturas, de puertas para dentro todos vemos de sobra lo que hay: que aquí ni son honrados ni lo parecen.


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