jueves, 24 de mayo de 2012

Entre goles y demagogias


El fútbol siempre ha sido el ring perfecto para la politización. Con él se logra crear odio y unión a partes iguales. A través de él se olvidan las penas y el futuro. Y quizás por ello, es el único deporte comparable a la política actual. Porque al igual que si de un campo de fútbol se tratara, los partidos políticos han logrado esta semana rebajar el deporte hasta el calificativo de vergüenza. Una vergüenza que muchos han escenificado en la respuesta de Esperanza Aguirre a la Plataforma pro selecciones.

La Plataforma pedía a los asistentes al partido de la Copa del Rey entre el Barça y el Athletic que escenificasen su rechazo a dicha competición a través de pitidos y gritos contra el himno, el Príncipe y el Estado centralista español. Aguirre por su parte solicitaba en respuesta a esa iniciativa, que si finalmente salía adelante, el partido se celebrase a puerta cerrada. Resulta curioso que el rechazo ciudadano haya sido mucho mayor contra esta última acusándola de hacer política con el deporte. La pregunta es: ¿acaso la iniciativa de la Plataforma apoyada por diputados de CIU, Amaiur, ERC, BNG y ICV no estaba politizada? ¿Acaso esa misma Plataforma representa a los equipos que jugarán el partido? Y lo más importante, si es así y los equipos afectados se sienten representados por dicha plataforma y por sus tesis, ¿por qué no se oponen a jugar la Copa del Rey?

La metedura de pata de Aguirre lo es por su oportunismo político y por servir de cortina de humo para esconder sus conflictos presupuestarios. Pero la intencionalidad de la Plataforma es mucho más demagógica. No sólo les viene bien que los equipos jueguen. Así consiguen protagonismo. Además, les sirve para una vez más sacar a la luz sus ansias oportunistas. Porque detrás de la Plataforma vasco-gallega-catalana no hay espíritu deportivo, hay lucha política. Algo que sería muy respetable si de una vez por todas se atrevieran a reconocerlo. Fomentar el deporte es saber aceptar la pérdida frente al adversario y las selecciones nunca han sabido aceptar perder su tren frente al de los equipos que compiten en la liga española.

Una selección compite contra otras selecciones y no contra equipos. Los equipos forman las selecciones y por encima de todo ello están los planteamientos personales de cada jugador que decide representar o no a su selección, ya sea nacional o autonómica. Una selección no impulsa campeonatos como el que abanderó la catalana en el año 2000 para crear un “Campeonato europeo para naciones sin Estado”. Si eres una selección con carácter independentista te consideras Estado. Y si eres selección deportiva sin carácter político, te dedicas a realizar campeonatos anuales como cualquier equipo de segunda. No te hacen falta 1,2 millones de euros anuales donados por tu gobierno autonómico.

Porque en el fondo, lo que hay detrás de la Plataforma pro selecciones no es más que el intento de reflotar el viejo ideal de aquel fracasado Galeusca que nadie recuerda a pesar de su importante pasado histórico en España. No se trata de deporte, se trata de política. La diferencia es clara. En el deporte gana la superación. En la política el egoísmo. Si el camino que ha elegido la Plataforma es el segundo, al menos que sea honesta. Aguirre lo ha sido. Puede que muchos no compartamos su opinión al creer que pone en jaque la libertad de expresión, sí. Pero quizás deberíamos primero plantearnos si una Plataforma que dice a los demás lo que tienen que hacer, no es también un acosador contra esa libertad de las personas. En España no contamos con “Amaneceres dorados” como los griegos en la política. Al menos, no en el Congreso. Pero cosas de este tipo me hacen plantearme cada vez más si llegaremos a ello. Por el momento, sólo nos queda decir aquello de... “que gane el mejor”.


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